Mi hermana y yo (nos llevamos 2 años de edad) montábamos unos pollos de campeonato en la parte de atrás del coche cuando éramos niños. Uno de los motivos era que ambos queríamos sentarnos en la parte de la derecha, es decir, justo detrás del copiloto. No sé el motivo de aquella obsesión, pero incluso ahora, 30 años después, sigo sentándome en ese lado si me es posible.
Aquella situación la solucionó mi padre un domingo por la mañana. Mi hermana y yo comenzamos a pelearnos por el sitio y mi padre nos apartó sacando una moneda. Nos dijo que a partir de aquel momento íbamos a elegir un sitio y jamás lo cambiaríamos. Nos dio a elegir entre cara y cruz y lanzó la moneda al aire. No recuerdo si salió cara o cruz pero si que gané yo y elegí, como no podía ser de otra forma, el lado derecho del asiento. Mi hermana aceptó estoicamente la situación y se fue al lado izquierdo. Nunca más volvimos a pelearnos por aquello.

Pero si que nos peleábamos por otros motivos. Y debíamos ser muy cafres porque sacábamos a mis padres de sus casillas. Pero mi padre también encontró la forma de solucionar aquello. A mitad de una brutal pelea mientras circulaba por la noche por una carretera, paró el coche en el arcén y me sacó fuera. Con mi hermana también lo intentaron, pero se agarraba a la puerta como si le fuera la vida en ello y no lo lograron separarla. Yo, digamos que más noble, aceptaba la merecida condena que estaba a punto de sobrevenir. Pero mi hermana se resistió a su destino y lo consiguió. Me dejaron fuera del coche en mitad de la carretera y se fueron.

Que nadie se asuste. El Ford Escort azul de mi padre recorrió unos 50 metros y se volvió a parar. Yo, cagado de miedo, descompuesto y posiblemente llorando a moco tendido corrí hasta el coche y volví a entrar en el. Ni que decir tiene que más suave que un guante.

Es posible que mi padre repitiera la jugada un par de semanas después, una vez olvidado el trauma por mi parte. Pero desde luego, en poco tiempo se acabaron las peleas con mi hermana en la parte trasera del coche.


Boli negro Una bronca de campeonato

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